Right now

Publicado por Fátima | 0 comentarios»

Image

Publicado por Fátima | 0 comentarios»

Cuento

Publicado por Fátima | 0 comentarios»

DARSE CUENTA


Me levanto una mañana,
Salgo de mi casa, hay un socavón en la acera.
No lo veo

y me caigo en él.

Al día siguiente
salgo de mi casa,
me olvido que hay un socavón en la acera,
y vuelvo a caer en él.

Al tercer día
s
algo de mi casa tratando de acordarme
de que hay un socavón en la acera.
Sin embargo,
no lo recuerdo.

y caigo en él.

Al cuarto día
salgo de mi casa tratando de acordarme
del socavón en la acera.
Lo recuerdo y,
a pesar de eso,
no veo el pozo y caigo en él.

Al quinto día
salgo de mi casa.
Recuerdo que tengo que tener presente
el socavón en la acera
y camino mirando al suelo.
Y lo veo y,
a pesar de verlo
caigo en él.

Al sexto día
salgo de mi casa.
Recuerdo el socavón en la acera.
Voy buscándolo con la mirada.
Lo veo,
intento saltarlo,
pero caigo en él.

Al séptimo día
salgo de mi casa.
Veo el socavón.
Tomo carrerilla,
salto,
rozo con la punta de mis pies el borde del otro lado,
pero no es suficiente y caigo en él.

Al octavo día,
salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
salto,
¡llego al otro lado!
Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido
que lo celebro dando saltos de alegría…
Y, al hacerlo,
caigo otra vez en el pozo.

Al noveno día,
salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
lo salto
y sigo mi camino.

Al décimo día,
justo hoy,
me doy cuenta
de que es más cómodo
caminar…
por la acera de enfrente.

Cuentos para pensar, Jorge Bucay.(2007)

Rutina

Publicado por Fátima | 0 comentarios»
Cada vez parece que me cuesta más despertarme, se está tan bien entre las sábanas…

Esta mañana, cuando abrí la puerta que da a la calle, una suave ráfaga de viento frío me saludó y me recordó que aquellos días cálidos de verano ya no iban a volver.

Caminé a paso ligero hasta la parada del bus y cuando llegué me di cuenta de que éste ya había pasado. Puesto que llegaba tarde opté por caminar hasta la parada del tranvía. Me fijé en los mismos detalles de cada día: El mismo hombre sin hogar sentándose frente a la puerta del supermercado dispuesto a conseguir unas monedas, grupos de estudiantes reuniéndose para ir juntos al instituto, la frutería abriendo, el escaparate de aquella tienda, el reloj de la rotonda de La Farola estropeado como de costumbre, el semáforo para sordos que tan sólo sonaba dos veces al año, la puerta de la casa de él, el parque de los patos…

Las mañanas de invierno son tan aburridas, previsibles y repetitivas, ¿no crees?



Rutina, capítulo 1.